ESPECIAL DE FÍN DE SEMANA: ¡Qué antipático es Riquelme!

Y como especial de este fin de semana, desde los confines de Barquisimeto, les traigo todos los intríngulis de la selección argentina de fútbol que estuvo hasta hace nada en Venezuela jugando para la Copa América. Toda la información es de una urraca-espía que logró lo que muchos quisieran y pocos pueden: adentrarse en el hotel donde estaban los píbes. Su nombre es María Fernanda, pero le decimos Mafer y cuando no la conocíamos anónimo1. La versión es mía, pero todos los créditos corren a cuenta de ella.

LA ENTRADA:
Mi prima y yo logramos subir en carro hasta el ultimo piso del estacionamiento del hotel, y nos estacionamos ahí cuando estaban bajando las maletas (cargaban muchisisisisisimas maletas). Me bajo sola del carro y al verme, unos guardias se paran en la puerta, pero yo apliqué una máxima de mi papá: "Si no quieres que te paren en ningún lado, entra muy confiada al sitio y no preguntes ni mires a nadie". Eso fue lo que hice y le agregue una cara de amargura –que me sale natural ante los militares-, y entré. Llegué al mostrador del hotel y le dije a la muchacha que –supuestamente- mis tíos de Caracas iban a venir y necesitaban saber los precios de las habitaciones. Ella me explicó todo y después le pregunté si ya los jugadores se habían ido a lo que respondió que no, ya que apenas estaban cancelando todo (y seguían bajando maletas); entonces le pregunto si me puedo quedar por ahí para verlos y a lo que muy amablemente responde que sí, pero “con el riesgo de que los guardias te saquen".

¿Y AHORA QUE HAGO?
Mi prima cansada se decide ir, y yo me quedo sola. El problema ahora era qué hacer para que los guardias no me sacaran. Empiezo a revisar el horizonte y veo a unas señoras sentadas con unos niños. Cerca de ellas había una silla vacía. ¡Bingo! Si me siento allí pensarán que estoy con ellas y no me sacaran. Me acerco y les pregunto si me puedo sentar, a lo que responden afirmativamente…un obstáculo menos.

LAS SEÑORAS ¿IMPORTANTES?
Para amenizar el rato traté de buscarles conversación, pero las señoras eran muy antipáticas así que ni modo, a esperar en silencio. Pasan cerca de 40 minutos y nada de nada. Se acerca un mesonero y se dirige a las señoras: “Si quieren pasan al Bar W para que estén más cómodas y se toman algo con los chicos”. ¡Alerta! Deben ser gente importante, pero ¡por favor no se muevan de aquí!. Dicen que no, y vuelvo a respirar.

INFARTO…¡VERÓN Y MESSI!
Sigo en mi dulce espera. De repente alguien se para cerca de mí y lo escucho hablar, su voz era algo particular, volteo, y..¡SHOCK!...¡ES VERÓN!...¡VERÓN!..¡VERÓN! Dentro de mí estaba saltando en una pata, pero por fuera muy tranquila para no escandalizar a las señoras. Volteo y no me creo lo que veo: Un viejo hablando con ¡¡¡MESSI!!!. Ya no me podía contener más, me paro toda desubicada, me le acerco…¿y ahora que hago? ¡ESTABA AL LADO DE MESSI Y NO SABÍA QUE HACER!. Un chamo que aparece al lado le pide que le firme la entrada, y recuerdo que tengo la mía. No lo pienso dos veces, le pido el bolígrafo, y ¡MESSI FÍRMAME LA MÍA TAMBIÉN!.

Lionel sigue hablando con el viejo –asumo que algo muy importante- agarra el bolígrafo por un lado y me pide que le quite la tapa. Por más que halo la bendita tapa está atorada no sale. ¡NO PUEDO! ¡NO PUEDO! era lo que le gritaba, hasta que por fin el lo agarró y lo logró destapar. Firma la entrada y respiro.

Sigue hablando con el viejo y le pido una foto. Amable como el solo me dice que si, pero en ese momento llega una vieja y le pide un autógrafo. Se lo firma y me da el bolígrafo de la Sra. No es mío le digo, pero el nada que entiende. La vieja le dice que se lo regala, y Messi me lo vuelve a dar. ¡ESO NO ES MÍO! le vuelvo a decir y la vieja insiste en que se lo regala. El pobre todo confundido para la conversa y pregunta: “CHA VA, ¿DE QUIEN ES EL LAPICERO?”. “TUYO...¡TE LO ESTOY REGALANDO!”. Da las gracias, nos tomamos la foto, y se va.

OTROS MÁS
Veo a Gago y le pido una foto. Acepta de forma amable, y confirmo lo buena gente que es el chico. Pasa Mascherano con una gordita bellísima que es su hija, le pido foto y acepta. Luego vuelvo a tener a la Brujita al lado y no lo pelo. Clic y otro más que queda inmortalizado en mi celular.

¡ESCUCHA RIQUELME…ESCUCHA!
Volteo hacia el bar y veo a Riquelme con Palacios y otros tomándose unos refrescos. No la pienso dos veces y busco a un pana para que me tome la foto. Me advierte que pregunte primero porque según las malas lenguas Juan Romancito tiene fama de antipaticon. Me le acerco y quedo frente a Palacios. Lo llamo: ¿Riquelme?, y el nene como si no fuera con el, ni se voltea y logro escucharle un: “Aquí no hay seguridad. Si esto fuera El Boca hubiesen 350 policías afuera y no dejarían entrar a nadie”. Respiro profundo e insisto: ¿Riquelme? “El técnico –ininteligible- sabe que nosotros somos mejor selección que ellos”. Cuento hasta 3 y sigo: ¿Riquelme?. “Como todo el mundo sabe que nosotros somos la mejor selección, todos quieren vernos y tomarse fotos con Tévez y Messi”.

Exploto, y mientras todos me ven le dijo: “¡¡¡Ayy ya pero no se ponga bravo...es verdad su selección es muy buena y por eso la gente aquí también los apoya y quieren verlos y tomarse fotos pero no se tienen que molestar por eso!!!”. Sigue hablando como si nada, y si no es porque el bello de Rodrigo Palacios me sonríe con una cara de “no le hagas caso” e interviene para pedirme el celular que “cho te tomo la foto”, me hubiera largado sin foto ni nada.

Para calmar la cosa felicito a Riquelme por sus goles, con lo que logro ablandarlo al punto que me llega a dar las gracias. ¡Imagínense a Riquelme dando las gracias! Se voltea y nos tomamos la foto. Luego le toca el turno a Rodrigo Sebastián, que es el más bello, más simpático y más todo de todos, con el cual no hubo problema alguno.

YO LA IMPORTANTE
Luego de eso baja por el pasillo el resto de la selección, pero todos corren y nadie quiere fotos. Abbondanzieri se para un momento y saluda, pero más nada. Messi aparece con un guardia que lo custodia a el solito, y yo que no soy salida, de verdad que no, aprovecho y me le pego atrás a todos, para que todos los mirones que estaban por el sitio me vieran en tan buena compañía.

¿Y QUIENES ERAN ESAS SEÑORAS?

Resulta que después de todo ese periplo me entero que aquellas señoras con las que estuve sentada durante 40 minutos eran nada más y nada menos que la esposa y la mamá de Verón –de hecho fue ella la que me tomó la foto con el hijo, ¡ay que pena!-. ¿Y se acuerdan de los niñitos? Pues nada más y nada menos que los hijos de Abbondanzieri, y la terremotito del Apache Tévez. ¡Qué niña! Se sentó en el piano, casi tumba una lámpara, y se me quedaba viendo cuando le decía que no agarrara las manzanas de mentira. Así que estuve con ellas y yo sin saber quienes eran.

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Total que de esa manera fue como pude entrar al hotel y conocer a buena parte de los jugadores y su familia. Simpáticos, antipáticos, altos, bajos, bonitos y feos...Había para todos los gustos. Fue sin duda una experiencia única y muy bonita, de esas que jamás se olvidan.