¡FELIZ NAVIDAD!...adelantada

Bueno, queridos, disculpas por lo abrupto, por el abandono y por el todo, pero así es diciembre: mes de cierre, de adelantar cosas, de dejar todo arreglado y de mucho, muchísimo trabajo. Y si a eso se le suman las gestiones para sacar del país de la delincuencia a tus hijos, ya uds me dirán. Así que nada, vengo para decirles que me voy. Me tomo una semanita y unos días de navidad, y Dios mediante antes de año nuevo algo escribiré por acá. Se les quiere, se les estima y se les desea, de todo corazón, que tengan una venturosa, feliz y dichosa navidad. ¡Qué el niño Dios me los bendiga!

Ángel Casallas: Un personajillo infame que empieza a destacar


Hace cosa de un mes, en Mentiras Verdaderas, ese buen programa que conduce los viernes Patricia Fuenmayor, los televidentes tuvimos la desdicha de ver a este personajillo narrar de forma obscena y explícita, rayando casi en lo pornográfico, cómo mantuvo relaciones sexuales con una profesora en el bachillerato, y de lo buena que había sido aquella “experiencia”.

Bien, aquello pareció un hecho aislado. De muy mal gusto, pero aislado. Sin embargo, el pasado lunes lo entrevistaron en Meridiano y esa fue la confirmación de que algo malo hay con ese carita común, cuerpo de gimnasio y sonrisa artificial de apellido Casallas. Preguntado acerca de las similitudes entre él y su personaje en Libres como el viento, respondió: “Dependiendo de la situación, también me comporto como un badboy. Soy mucho de acción y reacción. Desde muy chamo fui prematuro, eso me llevó a hacer cosas que no estaban acordes a mi edad, por ejemplo, mi inicio sexual fue temprano, comencé a beber licor de manera social cuando estaba pequeño, y me fui solo a Amsterdan por dos meses cuando tenía 15 años, como regalo de graduación y fue tremenda experiencia.

¿Había necesidad de enterarse de esto? La verdad es que no. Pero parece que el nene no puede ver una grabadora, una cámara o un micrófono -¿qué diría Freud de esto?- porque sufre explosiones hormonales que lo llevan a regodearse con éxtasis en experiencias de un pasado sórdido y libertino, del cual, francamente, yo sentiría más preocupación que orgullo, y sobre el cual, yo que él, me preguntaría: ¿será que no tuve familia que de mí se ocupara? Pero eso ya es otra cosa.

Lo cierto es que este ilustre desconocido -que confunde irreverencia con obscenidad, y atrevimiento con mal gusto- se ha dado a la tarea, en vista de que quizás no será como actor que destaque, de ventilar por doquier todas sus intimidades, ante una prensa que lo recibe con frenética alegría –esas cosas son un “lomito” y venden- y una parte morbosa del público que lo celebra con picardía. No tengo claro quién se aprovecha de quién: si él de la prensa o la prensa de él; tengo, sí, la impresión de que el “bad boy” es lo suficientemente idiota como para creer que se la come cuando se lo están comiendo. En todo caso, lo triste es que éste, sin mucho arte sino el del descaro, está como comenzando a destacar y ayayay. La estoy viendo venir y clarita, se los digo. Ojalá que no.