"¡Que Dios proteja a Venezuela!"

Con esa frase concluye un excelente editorial del diario colombiano El Mundo, que me atrevo a reproducir por lo bien escrito que está y por la claridad con que dice las cosas, en vista de que con el final de las vacaciones, y con una familia que atender ya ni tiempo de escribir tengo.

Chávez afianza su poder

La descarada censura y la remoción de Rangel (…) son piezas del rompecabezas de la dictadura personalista que está armando el coronel-presidente.

Los colombianos tendríamos sobradas razones para sentirnos tranquilos, y hasta contentos, con el relevo del periodista, abogado y político José Vicente Rangel de la Vicepresidencia de Venezuela, pues en su vida pública, y particularmente como consejero ideológico del presidente Hugo Chávez, demostró ser uno de los más recalcitrantes contradictores de la política de buenos vecinos que, con altibajos, desarrollan los gobiernos de ambos países. Sin embargo, dadas las circunstancias de su salida del gobierno y los poco relevantes precedentes de quienes han sido llamados a sustituirlo, no encontramos razones para sentirnos cómodos con una jugada en la que el viceministro del Interior, Jesse Chacón, fue usado como mampara para minimizar el impacto del derrumbe del hombre fuerte del régimen y tratar de hacer menos visible el empeño del coronel-presidente para consolidarse como la figura única y omnipresente de su gobierno.

.

Tras la llamada telefónica del presidente Chávez a un programa de Venezolana de Televisión para anunciar en vivo los relevos del vicepresidente Rangel y el ministro Chacón, la prensa de ese país recoge abundantes especulaciones sobre las causas de la caída del Vicepresidente y sobre la posibilidad de que se le asigne alguna embajada o asesoría, en recompensa a su lealtad de diez años. Estas habladurías confirman el destacado lugar que el doctor Rangel ocupaba en el gobierno al que le sirvió como guía de su proyecto ideológico y como eficiente paladín en las más duras batallas por la consolidación de su poder, razón de más para inquietarnos por su sorpresivo y forzado relevo.

.

A cambio del curtido dirigente de 77 años, el coronel Chávez llamó a un hombre de su círculo, el psiquiatra Jorge Rodríguez, a quien la oposición recibió a pedradas porque lo considera responsable de las manipulaciones en el órgano electoral, y que tiene entre sus laureles el ser el huérfano de padre muerto en 1976 en la cárcel donde fue recluido por rebelde, y el haber sido presidente del Consejo Nacional Electoral en el referendo de 2004, ganado por Chávez en un proceso cuya transparencia sigue siendo motivo de disputa entre las facciones políticas del país vecino. Al ascenderlo, el coronel-presidente ha premiado su lealtad y le ha dado más argumentos a la oposición para afianzarse en sus dudas sobre el manejo electoral.

.

Los otros funcionarios que se estrenan en el inicio del tercer mandato del presidente Chávez, que se posesionará el próximo miércoles 10 de enero, se han hecho políticos tras los pasos de su jefe. Pedro Carreño, el designado ministro del Interior, fue alumno de Chávez en la escuela de cadetes y era subteniente cuando le colaboró a su maestro y amigo en el intento de golpe contra el presidente Carlos Andrés Pérez. Aunque tiene estudios en publicidad, su principal argumento para llegar a tan alto cargo es la trayectoria de amigo íntimo del poderoso. A la cúpula llegan el también diputado Rodrigo Cabezas, economista que abandonó el MAS para engrosar el chavismo, y Adán Chávez Frías, su hermano, profesor de bachillerato y antiguo secretario de la Presidencia, quien como Ministro de Educación, será el responsable de la cartera en la que el gobernante ha depositado la organización del aparato ideológico de su Revolución Bolivariana.

.

Además de haberlo removido para consolidar su poder con cuadros propios, el coronel-presidente se dio el lujo de ofender al vicepresidente Rangel destituyéndolo a través de una declaración a la televisión oficialista –¡y aquí nos quejamos de los espectáculos mediáticos que dan las autoridades!- y con el despliegue que dio al argumento de que hacía “todos estos cambios para potenciar, repotenciar y entrar de lleno a estas nuevas luchas contra la corrupción, el burocratismo, por el desarrollo económico rumbo al socialismo”, argumentos que usó a sabiendas de que, en lo que se refiere a transparencia en el manejo de la cosa pública, tiene más cuestionamientos su nuevo Vicepresidente que el arrogante Rangel.

.

El pasado 30 de diciembre lamentamos las implicaciones para la democracia venezolana del anuncio presidencial de caducar la concesión de Radio Caracas Televisión, el más antiguo canal de televisión privado de ese país y uno de los medios críticos del gobierno. Durante el episodio también se presentó la amenaza del ministro de Comunicación, William Lara, a Globovisión, otro destacado medio de la oposición. Como presumimos que sucedería, la medida ha despertado rechazo de los defensores de las libertades democráticas, como la OEA, cuyo secretario general, José Miguel Insulza, recibió una destemplada declaración de la cancillería chavista porque “se inmiscuye indebidamente en un asunto que es de la estricta competencia de las legítimas autoridades de la Nación”, según comunicado que divulgaron ayer.

.

La descarada censura y la remoción de Rangel, que brillaba por su trayectoria y prestigio internacional, así no fuera santo de nuestra devoción, son piezas del rompecabezas de la dictadura personalista que está armando el coronel-presidente mientras niega su intención de llegar allá. Aunque como lo hemos visto en este somero análisis, más que una dictadura, el entramado de gobierno que Chávez está construyendo sugiere la administración de una finca, con los parientes y allegados incondicionales en todas las posiciones de comando. ¡Manes de Juan Vicente Gómez!. ¡Que Dios proteja a Venezuela!.