Como mis afectos siempre los definí desde bien pequeña, es de esa época que se remonta mi pasión por los Gloriosos Leones del Caracas, un equipo sagrado que genera en mi persona una pasión como pocas, y con el que he vivido inmensas alegrías y memorables, muy memorables recuerdos.
Lamentablemente mi glorioso equipo fue adquirido por el Don Corleone venezolano: Gustavo Cisneros. Este “empresario global”, cuya solvencia moral es indirectamente proporcional a la riqueza que hay en sus cuentas –es decir, disminuye a medida que tiene más plata- y que por su actitud rastrera es repudiado por buena parte de los venezolanos, es desgraciadamente el dueño de los Gloriosos Leones del Caracas.
Este señor –y me perdonan que le diga señor, cosa que le queda grande, pero a veces hay que guardar las formas para no caer en el insulto barato- no representa en lo más mínimo lo que es el sentir y tradición Caraquista. El Caracas es un equipo de lucha, de grandes retos, que está a la altura de las circunstancias, que no se da por vencido, que batallahasta el final y que cuando le toca morir lo hace de pie y con el honor muy en alto. Gustavo Cisneros es todo lo opuesto, ya que es lo más parecido a una meretriz –con el perdón de algunas dignas meretrices que hacen lo que hacen para mantener sus familias, y porque no les queda otra- ya que siempre se vende al mejor postor, al macho que le ofrezca más plata. Su ambición desmedida no conoce límites y no le es leal a familia, tradición o amigos, sino al dinero. Ejemplos sobran y no voy a gastar mas líneas mencionando las miserias de tan poca cosa.
La cuestión es que para sorpresa de todos, los Gloriosos Leones del Caracas han sido pintados este año de rojo-rojito carmesí para los entrenamientos. El glorioso uniforme a rayas, la tradición de toda una vida, ha sido cambiada sin consulta alguna por un sospechoso rojo o granate. Esto ha generado la sorpresa y el repudio de buena parte de la fanaticada, a quienes nunca se nos consultó si queríamos o no tan brusco, e insisto, sospechoso cambio. ¿De quien fue la orden? No se sabe, pero los malos pensamientos –piensa mal y acertarás- nos llevan a pensar en Don Corleone Cisneros, a quien el rojo-rojito le ha traído muy buenos dividendos económicos. ¿Acaso una muestra de agradecimiento?
Lo cierto es que al Cisneritos hay que advertirle que con los Leones del Caracas no va a poder hacer lo mismo que hizo con Venevisión, es decir quitárnosla. Con su “cisnerómetro” acabó con lo que fue un digno canal de televisión, que es ahora un nauseabundo centro de propaganda y censura disfrazado de “objetividad” y “equilibrio” para que se lo crean los ingenuos de siempre, que abundan como arroz blanco. Acabó también con la credibilidad de periodistas como Ana Vacarella o Unai Amenabar que, pobrecitos ellos, incapaces de renunciar a la plata y vivir dignamente, cobran por leer las noticias que el jefe necesita que se lean. La cosa es algo así: Cisneros la meretriz, Venevisión el burdel, y los periodistas sus “domésticas”. Fuerte y feo lo que he dicho, pero no por eso menos real.
Decía que con el Caracas no va a poder porque detrás de ese equipo hay una tradición arraigada en el corazón de todos. Porque resulta que por más que vista de rojo a los peloteros, detrás de ellos hay una historia de superación, de trabajo y de tesón. Porque el corazón de los fanáticos late con cada jugada y movimiento de ellos. Porque cuando están en el terreno toda la Venezuela Caraquista está con ellos. Porque son un ejemplo para los chamos de que con esfuerzo sí se pueden alcanzar los sueños y salir de abajo. Porque si han llegado donde están es porque se han “partido el lomo” para ello. Porque a fin de cuentas, Gustavo Cisneros, son todo lo opuesto a ti. Así que tranquilo, ponlos del color que quieras, ponte tus chemissitas rosadas y ordénale a los camarógrafos de Venevisión que te enfoquen dando brinquitos cada vez que ganen, porque al final para el pueblo Caraquista tu no eres ni serás nada más que un vergonzoso recuerdo. Y te lo dice una que aunque no tenga ninguna acción en el equipo, tiene toda la utoridad moral que a ti te falta para ser una orgullosa Leona del Caracas. ¡He dicho!
Lamentablemente mi glorioso equipo fue adquirido por el Don Corleone venezolano: Gustavo Cisneros. Este “empresario global”, cuya solvencia moral es indirectamente proporcional a la riqueza que hay en sus cuentas –es decir, disminuye a medida que tiene más plata- y que por su actitud rastrera es repudiado por buena parte de los venezolanos, es desgraciadamente el dueño de los Gloriosos Leones del Caracas.
Este señor –y me perdonan que le diga señor, cosa que le queda grande, pero a veces hay que guardar las formas para no caer en el insulto barato- no representa en lo más mínimo lo que es el sentir y tradición Caraquista. El Caracas es un equipo de lucha, de grandes retos, que está a la altura de las circunstancias, que no se da por vencido, que batallahasta el final y que cuando le toca morir lo hace de pie y con el honor muy en alto. Gustavo Cisneros es todo lo opuesto, ya que es lo más parecido a una meretriz –con el perdón de algunas dignas meretrices que hacen lo que hacen para mantener sus familias, y porque no les queda otra- ya que siempre se vende al mejor postor, al macho que le ofrezca más plata. Su ambición desmedida no conoce límites y no le es leal a familia, tradición o amigos, sino al dinero. Ejemplos sobran y no voy a gastar mas líneas mencionando las miserias de tan poca cosa.
La cuestión es que para sorpresa de todos, los Gloriosos Leones del Caracas han sido pintados este año de rojo-rojito carmesí para los entrenamientos. El glorioso uniforme a rayas, la tradición de toda una vida, ha sido cambiada sin consulta alguna por un sospechoso rojo o granate. Esto ha generado la sorpresa y el repudio de buena parte de la fanaticada, a quienes nunca se nos consultó si queríamos o no tan brusco, e insisto, sospechoso cambio. ¿De quien fue la orden? No se sabe, pero los malos pensamientos –piensa mal y acertarás- nos llevan a pensar en Don Corleone Cisneros, a quien el rojo-rojito le ha traído muy buenos dividendos económicos. ¿Acaso una muestra de agradecimiento?
Lo cierto es que al Cisneritos hay que advertirle que con los Leones del Caracas no va a poder hacer lo mismo que hizo con Venevisión, es decir quitárnosla. Con su “cisnerómetro” acabó con lo que fue un digno canal de televisión, que es ahora un nauseabundo centro de propaganda y censura disfrazado de “objetividad” y “equilibrio” para que se lo crean los ingenuos de siempre, que abundan como arroz blanco. Acabó también con la credibilidad de periodistas como Ana Vacarella o Unai Amenabar que, pobrecitos ellos, incapaces de renunciar a la plata y vivir dignamente, cobran por leer las noticias que el jefe necesita que se lean. La cosa es algo así: Cisneros la meretriz, Venevisión el burdel, y los periodistas sus “domésticas”. Fuerte y feo lo que he dicho, pero no por eso menos real.
Decía que con el Caracas no va a poder porque detrás de ese equipo hay una tradición arraigada en el corazón de todos. Porque resulta que por más que vista de rojo a los peloteros, detrás de ellos hay una historia de superación, de trabajo y de tesón. Porque el corazón de los fanáticos late con cada jugada y movimiento de ellos. Porque cuando están en el terreno toda la Venezuela Caraquista está con ellos. Porque son un ejemplo para los chamos de que con esfuerzo sí se pueden alcanzar los sueños y salir de abajo. Porque si han llegado donde están es porque se han “partido el lomo” para ello. Porque a fin de cuentas, Gustavo Cisneros, son todo lo opuesto a ti. Así que tranquilo, ponlos del color que quieras, ponte tus chemissitas rosadas y ordénale a los camarógrafos de Venevisión que te enfoquen dando brinquitos cada vez que ganen, porque al final para el pueblo Caraquista tu no eres ni serás nada más que un vergonzoso recuerdo. Y te lo dice una que aunque no tenga ninguna acción en el equipo, tiene toda la utoridad moral que a ti te falta para ser una orgullosa Leona del Caracas. ¡He dicho!
