La paradoja Morillo: ¡Qué risa Lila, qué risa!

Como todo en la vida, esto también tiene una explicación. ¿Luz Clarita viendo un homenaje a Lila Morillo en Venevisión? Aunque usted no lo crea. Eso sí, no se alegren “tigritos” porque no fue por voluntad propia, todo lo contrario, fue obligada por las circunstancias en la sala de espera de una clínica caraqueña.

He de confesarlo, aunque a Lila desde este espacio se le ha criticado con cierta benevolencia y si se quiere hasta con cierta complicidad, lo del sábado fue vergonzoso. Que ella hable de “El Puma”, de Mirla, de sus hijas, que diga lo que le dé la gana en cuanta entrevista le hacen me parece divertidísimo; pero que Lila Morillo, con esa catajarra de años encima, salga en horario estelar con una ropa pegada -qué digo pegada, pegadísima-, totalmente transparente y con un hilo dental, es algo abominable.

Más que una señora parecía una vedette de prostíbulo barato. Porque no es que su atuendo fuera ridículo como siempre, es que era vulgar, soez, indecente. Era, en pocas palabras, un despropósito…y mayúsculo. Como televidente me sentí ofendida y como ser humano sentí vergüenza ajena por esa mujer que no sabe llevar con dignidad el paso de los años y bota con semejante inmoralidad cuatro décadas de vida artística.

Porque lo más triste de todo es que le estaban celebrando sus cuatro décadas de vida artística. Y no de una vida artística marcada por la improvisación o la mediocridad, ¡no!, de una vida artística llena de talento, ya que ella tiene una de las mejores voces de Venezuela, y eso es indiscutible. Lástima que esa voz se haya visto opacada por tanto escándalo estúpido y barato como pasó el sábado.

Ese homenaje de antier fue el mejor ejemplo de la “paradoja Morillo”: A pesar de la importancia de la ocasión y de todo lo que se celebraba, lo que resalta y lo que queda en el recuerdo es su ropa y su mal gusto. Es como una conducta autodestructiva hacia el talento, porque teniéndolo de sobra lo opaca en medio de escándalos. Y esto es interesante, porque me lleva a pensar que Lila más que victimaria es víctima del “sistema”, si no pregúntense uds: ¿Lila Morillo sería la misma mujer exitosa y vendedora si la boca sólo la hubiera abierto para cantar y más nada? Y la respuesta es NO.

Acá el talento de los intérpretes no se ve reflejado en la venta de discos. Ser buen cantante es casi un antónimo de éxito. Está el ejemplo de Rosa Virginia Chacín, una mujer de talento indiscutible pero sumamente discreta y decente. ¿Alguien la recuerda?...O Kiara, mujer con una voz brutalmente potente, capaz de alcanzar registros y tonos impensados, pero que para sobrevivir artísticamente le ha tocado meterle pecho a la actuación y a la animación, porque de ser por el canto estaría muerta.

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¡Cosas de Venezuela!

Sin embargo, volviendo a la Morillo, lo triste del “homenaje” –que de homenaje tampoco mucho- es que mientras más pasan los años más bajo cae Lila, y ella, que es ambiciosa, no tiene ganas de poner el punto y fin. Le toca entonces ajustarse el cinturón, dejar la dignidad a un lado y prestarse para los morbosos y denigrantes shows del “gordo Peña” que al final es el más feliz de todos, y tras bastidores, luego de los besos y abrazos de rigor, ríe a carcajadas.

¡Qué risa Lila, qué risa!