Yo NO apoyo al "pobre" padre Alberto

Me lo decía la abuela Farol cuando él tenía su programa en TV: “Ay Luz Clarita, yo no sé, ese Padre Alberto es como muy moderno, hay algo allí que no me gusta mucho”. Y yo, a pesar de leer entre líneas en sus intervenciones algunas cosas que me causaban suspicacia, lo defendía y le decía a la abuela Farol que me parecía una persona correcta y no veía en él mayor peligro.

Pues más sabe el diablo por viejo que por diablo: hace algunos días la revista TV Notas lo pilló en la playa en actitudes bastante comprometedoras con una mujer, que a decir de la publicación sería su amante.

Escándalo mayúsculo, sin dudas.

Con bastante sorpresa, y no menos asombro, he visto como buena parte de la opinión pública se ha volcado en su defensa y apoyo. “Ay, pobre-padre-Alberto, vale. Tan buenos que es él. No, no, no, toda mi solidaridad y respaldo”, es lo que se debe escuchar por medio Miami, o por Miami y medio.

Claro, es lógico que tenga ganada a parte de la opinión pública cuando estamos hablando de un personaje que ha desarrollado buena parte de su carrera en los medios de comunicación de masas, y además es amiguísimo de los artistas de Miami, que han salido a defenderlo cual gata boca arriba.

Entre los primeros ha estado Jaime Bayly, quien desde su programa en Mega TV ha hecho una férrea y efusiva defensa del pobre-padre-Alberto y sus actos. ¿Qué les puedo decir? Bayly políticamente es un liberal, pero moralmente es libertino así que no se podía esperar otra cosa.

También se ha unido al club de fans “El Puma”, José Luís Rodríguez, a quien los años no sólo le han tumbado el copete, sino también la capacidad de pensar coherentemente y expresarse correctamente, tal cual vemos en las siguientes declaraciones recogidas por El Universal:

“el padre Alberto va a seguir siguiendo a Dios casado y con hijos".

“él es un hombre íntegro, al menos no es hipócrita y no quiere llevar una doble vida”.

Debe ser por eso -por su integridad y honestidad- que el pobre-padre-Alberto renunció a sus votos antes de irse con esa mujer a la playa, ¿verdad Pumita? ¡Francamente, a este como que tanta laca y tanta Lila le hicieron más daño del que se pensaba!

Pero bueno, más allá de las chocherias de José Luís y de los impúdicos razonamientos de Bayly, la cuestión acá es que estamos en un mundo al revés: El sacerdote Alberto Cutié rompe su voto de castidad con una mujer en la playa y pasa a ser el pobre-padre-Alberto con el que hay que solidarizarse y al que hay que aplaudir. ¿Pero por qué? ¿Es que se debe aplaudir al hombre que no tiene palabra? ¿Al que hizo una promesa ante Dios y la rompió descaradamente?

A mi me van a disculpar, pero lo del pobre-padre-Alberto no es sino condenable. Y no voy a entrar en la absurda discusión sobre si el celibato es bueno o malo, o sobre si la Iglesia debe o no reformarse, ya que eso es harina de otro costal. Acá los hechos son muy simples y hablan por sí solos: cuando voluntariamente decidió ser sacerdote sabía que había una serie de normas que debía respetar y cumplir -entre ellas la del celibato- las cuales aceptó. Si en el ejercicio de su ministerio se encontró con que no podía cumplir alguna de las normas, pues muy simple, debía ser honesto y actuar con rectitud, renunciar a los hábitos, hacer lo que le diera la gana y sanseacabó. ¿Qué hizo el pobre-padre-Alberto? Todo lo contrario: en vez de dejar los hábitos pretendió llevar una doble y mentirosa vida.

¿A ese es el que hay que apoyar? Pues conmigo no cuenten. Es más, me encuentro entre quienes creen que debe ser expulsado de inmediato de la Iglesia. Allí se los dejo.