Y siempre quedará el blog...

Después de tantas cosas que me han pasado, la única conclusión posible es que al final siempre habrá un blog. Con vacas flacas o gordas, en tiempos malos o buenos, con lluvia o con sol, después de pasado todo, allí estará esa ventanita desde la cual gritarle al mundo. Mail, clave, unas letras y listo: hágase un post, y el post se hizo.

El de hoy no será ni agradable, ni bonito, ya que bien podría titularse como aquella especie de reportaje novelado que García Márquez llamó Noticia de un secuestro. Eso, señores, un secuestro. No a mí, peor, a mi hijo.

13 de octubre, 7:00 PM. La vida transcurría normalmente, como en cualquier martes de semana: el Sr. Farol en la computadora, la abuela Farol haciendo la masa de las arepas, Lucecita Jr en su cuarto, yo a lo mío, en fin, como siempre. Hasta que sonó la llamada que acabó con todo. Al principio fue muy confuso: pensábamos que era una broma, no entendíamos. Pero luego todo fue más claro: el muchacho se llama tal, está vestido tal, en un carro tal, de placas tal, y si no cumplen con tal, lo vamos a matar.

Y allí se nos cayó el mundo.

Detalles de lo que fue todo el proceso de negociación prefiero omitirlos. Primero porque no me parece prudente decirlos por acá; y segundo porque realmente era poco lo que yo valía en ese momento. Yo lloraba, yo temblaba, yo no era nada pensando qué sería de mi hijo. Fueron, sin duda, las peores horas de toda mi vida. Ni cuando la muerte de mis padres, y con eso lo digo todo.

Los segundos parecían minutos, y éstos horas. En cada uno de ellos se me iba la vida. En la mente tenía el álbum de vida de mi hijo y recordaba desde el momento en que me dieron la noticia de que estaba embarazada, hasta que le di la bendición esa mañana, antes de irse a la universidad. Sus cumpleaños, su bautizo, su primer día de colegio, su primera comunión, su graduación; todo iba pasando rápidamente por mi cabeza y yo solo sufría pensando en manos de quién estaría y si lo volvería a ver con vida.

En la casa fueron llegando familiares y algunos vecinos y amigos que más que eso son ya hermanos, a quienes les estaré eternamente agradecida por haber estado allí y por habernos ayudado de forma tan desinteresada y generosa. Me conmuevo al recordarlo, porque, aunque suene a lugar común, es estando en las malas cuando verdaderamente uno se da cuenta de lo que es la amistad, la hermandad, la solidaridad, la humanidad.

Y también es allí cuando uno se da cuenta de que el genial Joan Manuel Serrat se equivocó en Cantares al decir que había en la vida momentos en los que “de nada nos sirve rezar”. Todo lo contrario: en tan aciagas horas sólo la oración fue mi refugio. Con un rosario y en latín, lengua en la que, no me pregunten por qué, me sentí más cómoda rezando, fueron siendo más llevaderos los minutos. Y también con el Salmo 91 –“esperanza mía, castillo mío, mi Dios, en Él confiaré. Y Él te librará…”- y el poema de Santa Teresita de Jesús –“Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda”-.

Al final las cosas salieron bien y mi hijo llegó vivo a casa. No exagero si digo que fui la mujer más feliz del mundo cuando lo vi entrar por la puerta, y que volví a nacer cuando lo pude abrazar de nuevo. Todos nos fundimos en un abrazo largo, caluroso y duradero; y lloramos, lloramos mucho. De tristeza por lo que nos tocó vivir, y de alegría por poder estar nuevamente juntos.

En la noche no pude dormir. Estuve en vela viendo a mi niño en su cama y dándole gracias al cielo por tenerlo de nuevo junto a mí. Al día siguiente fuimos a una misa de acción de gracias, y desde allí, poco a poco, hemos tratado de ir retomando el mismo ritmo de vida…cosa que no ha sido fácil. Con la ayuda de una psicólogo y de algún asesor espiritual la vida se ha ido normalizando, pero igual esto marca, y mucho.

Si no había escrito ni avisado, pues era por eso. Y que haya podido escribir este breve relato –no sin llorar al recordarlo-, quizás sea signo de que he ido superándolo todo. Ya veremos. Por lo pronto, pues nada, en febrero mis hijos se irán a vivir a Bogotá. Tenerlos lejos será un golpe duro, pero definitivamente prefiero dos hijos vivos en Bogotá, que muertos en la Caracas socialista de Chávez.

Yo y mi esposo nos quedaremos acá, expiando las culpas colectivas de una o varias generaciones que lo tuvimos todo para sacar un país adelante y dejamos que terminara convertido en esta basura “socialista” que es paraíso de delincuentes y corruptos. Y para contar eso y más, al final, siempre quedará el blog.

9 comments:

El Exiliado de la TV said...

:-OOOOOOOOO

¡QUÉ FUERTE!...

Con razón más nunca la vi a usted por acá... Y bueno, me alegro mucho que todo terminara bien...

Un fuerte abrazo.

Rosa said...

Luz Clarita, siento que te haya tocado esa experiencia tan horrible que han vivido tantos conocidos, es espantoso ver como una familia puede sufrir tanto, sin que exista un remedio. Tienes razón salva a tus hijos de esos peligros. ¡Que triste en lo que se ha convertido nuestro pais! Un abrazo.

Anonymous said...

Lamento lo sucedido... que pena sufrimos y vivimos los venezolanos diaramente en nuestra tierra, triste, verdaderamente triste...

Agradezcamos a Dios todos los días de no formar parte de esa lista semanal de víctimas fatales producto de brutal delincuencia en la que vivimos, ese es el verdadero producto interno bruto que lamentablemente tenemos, de lo que la plasta (y disculpa lo escatologico) que tenemos como presidente nunca habla, eso es nuestro PIB, hasta cuando seguiremos transitando por este sendero?

Me alegro por ti que tu chamo este bien (de verdad que en estos tiempos es cuestión de Dios poruqe nuestras autoridades no sirven y solo fomentan el resentimineto de unos contra otros), me alegro que tengas la oportunidad de enviarlos fuera del país a vivir la vida y otras buenas experiencias.

Mis mejores deseos para ti y tu familia.

... y si cabe la expresión que tengas una Feliz Navidad, seguro que será asi.

Anonymous said...

Me da mucha pena, q te haya sucedido esto, no se lo deseo a nadie, pero la realidad es esta, sucede casi a diario en nuestro pais, y este ineficiente gobierno no hace absolutamente nada, solo piensan en ellos, gracias a dios tu hijo regreso con vida, en hora buena para ti y toda tu familia y allegados, y si es lamentable q tus hijos tengan q irse del pais donde nacieron y sobre todo alejarse de sus familias, pero estoy de acuerdo contigo, es preferible lejos pero vivos. Nuevamente gracias a Dios por q tu hijo regreso sano y salvo a tu casa.

Luz Clarita said...

Al Exiliado de la TV, a Rosa, a anónimo1 y a anónimo2, pues muchas gracias por sus comentarios y por sus mensajes de solidaridad y apoyo. Realmente es triste y muy feo por lo que pasamos, y va a ser duro para nostros como familia tener que separarnos, pero mejor que sea voluntariamente y, si Dios quiere, por un corto tiempo, a que sea eternamente por decisión de un delincuente que acabe con la vida de alguno.

Para uds mis bendiciones y oraciones. Se les quiere y agradece por sus mentajes...¡SALUDOS!

Miguel said...

Hola Luz, primero impactado por el desafortunado evento que viviste tu y tu familia, y triste que por la seguridad de tus hijos y por la tranquilidad de tu familia tus hijos deban irse del pais, un pais donde su gobierno alaba a terroristas y pacta con paises de mala fama, donde el pueblo no tiene garantizado buenos servicios publicos menos seguridad pero vamos a salir de esto y algun dia tu y tus hijos viviran juntos en nuestra patria con la segridad y democracia que nos merecemos todos!
saludos y Dios te bendiga

Joha said...

Con razon tan perdidita......
Que duro lo q viviste....Gracias a Dios tu chamo salio con vida, recuerdo a los hnos.Faddoul, y aquellos q aun stan en cautiverio, seria importante luz que continues rezando por los que siguen secuestrados en accion de gracias por lo de tu hijo....

Un Abrazo,

Anonymous said...

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Jeanfreddy Gutiérrez said...

Wooooooooooooooao, tía Luz, yo no sabía nada de tanto que he estado perdido del mundo blog. Yo he vivido muy cerca esa tragedia que también significa que los amigos o familiares planeen irse y los que se quedan son casi culpables de no poder hacerlo. Desde aquí y sin ánimo de recordar malos momentos, un abrazo sentido.