El ojito "espichado" de Pedro Carreño

Que Pedro Carreño es una persona de dudosa reputación, y la palabra credibilidad no existe para él, es algo que nadie pone en duda. Todo el país fue testigo de excepción de sus mentiras cuando encubrió al delincuente peruano Vladimiro Montesinos, anunciando su muerte, mientras el ex operador político de “el chino” Fujimori lo que estaba era “vivito y robando” en tierras venezolanas. Fuimos testigos también de su nulo sentido del ridículo cuando hizo el papelón del año diciendo que por unos decodificadores el ahora “pana” Cisneros grababa a raimundo y todo el mundo. Su caradurismo e hipocresía también son legendarios, y acá reseñamos anteriormente como este “socialista-ser-rico-es-malo” montó para su hijastra una tremenda fiesta en Barinas en la que todo fue lujo, caché y elegancia. En pocas palabras: Carreño es un impresentable de marca mayor.

Hace cuestión de minutos pudimos ver otra indignante muestra de su falta de escrúpulos y sentido del ridículo, cuando encadenó al país entero para meterle otra mentira, y a pesar de lo que se ve en imágenes sin editar presentadas en los medios, contarnos una historia muy distinta según la cual los estudiantes violentos de oposición -o "hijitos de papá y mamá" como los llama despectiva y resentidamente el Presi Chávez-, junto con los medios -¡cuando no!- conspiraron y se juntaron para acabar con unas inocentes palomitas pega-afiches en la UCV. Los videos hablan por si solos, pero más allá de eso la cara del ministro lo dice todo. Una espantosa y preocupante expresión facial revela la mentira de Carreño. Lo repite con frecuencia la abuela Farol: “los ojos son el espejo del alma”, y Pedrito no es que tenía uno empañado, lo tenía espichado totalmente, cual Daniel Sarcos en el Miss Venezuela. ¿Qué le pasó al Ministro Carreño? ¿Por qué esa expresión? ¿Sería acaso que la poca dignidad que alguna vez tuvo -si es que la tuvo-, se hizo presente y la única forma de expresarse fue ese involuntario gesto? Las imágenes no mienten y a ellas me remito para mostrarles el “espichamiento” de la dignidad.