Querida Viviana (carta abierta a la Gibelli) (III)

NOTA: Si comienzas a leer y no le encuentras sentido, aquí están la parte I y II

Entramos ahora en el punto más álgido y fuerte de esta carta, y quizás la única razón de ser de la misma. Créeme Viviana, gran animadora de Venezuela, que si no fuera estrictamente necesario no lo haría, pero lo es. El último de tus noviazgos que ha perdurado hasta el sol de hoy, ha sido con el empresario Tulio Capriles Mendoza. Tormentosa es la palabra que mejor define esta relación de uds. que ha estado cargada de altibajos. Cuando todos juraban que dentro de poco te veríamos de velo y corona en el altar, terminaron. No pasó mucho tiempo para que fuera visto con Antonella Baricelli, animadora de tu canal, y las lenguas maledicientes hablaran de traición de su parte. No se ni me interesa cuanto de eso hubo de por medio porque a fin de cuentas eso forma parte de su vida privada.

Tampoco sé que es lo que le ves o lo que te deja esa relación, y aunque aquí me gustaría lanzar otro ético y correcto “ni me interesa” lo cierto es que con el transcurrir de esta carta te he agarrado una inusitada confianza que me permite revelarte que en efecto, siento cuando menos curiosidad por saber que es eso; pero tranquila que no te obligaré a que me lo cuentes, prefiero vivir con la eterna duda a obligarte a decir algo que no quieres.

Fue gracias a esas misteriosas cualidades que el amor te ha permitido descubrir en Tulio Capriles, que después de todo ese torbellino de rumores y desencantos, volvieron a unirse. En esta nueva etapa de su relación se les ha visto de lo más juntitos y enamorados. Se la pasan para arriba y para abajo agarrados de las manos, y eso ha sido captado –y aprovechado- por la prensa. Algunas columnas que infieles a su tradición ahora pecan de complacientes, lo califican como el “Príncipe Aragüeño”, pero la verdad Vivi, es que yo de príncipe no le veo mucho, aunque sería estúpido de mi parte objetar su relación porque él no me pareciera lo suficientemente atractivo para ti. La objeto por otras cosas que aunque me hubieran gustado callar y no decir nunca, ya no puedo. Vivi, con una mano en el pecho te lo tengo que decir: Tulio no es un buen hombre.

Lo que ha hecho en el diario el siglo es algo que no tiene perdón de Dios. Y no voy a ponerme a hablar de política porque sé que no te gusta y a la final no es el meollo del asunto, ya que aunque haber convertido a un periódico combativo en uno entregado complaciente es un acto de suma vileza, a la final eso puede caer en el terreno de lo relativo y lo discutible, y para allá no quiero ir. ¿Pero sabes que es imperdonable Vivi? Traicionar la memoria de un padre. Eso hizo él cuando le puso el siglo en bandeja de plata a Didalco Bolívar, el hombre que estuvo a punto de meter a su padre en la cárcel, y por cuya culpa tu suegro murió exiliado de su amada Aragüa en EEUU. ¿Y sabes de quién se apoyó para tomar el siglo? De Dennys Méndez el comisario de la muerte –acusado de ajusticiar a unos cuantos aragueños- que años atrás había comandado el operativo donde harían preso al viejo Capriles. ¿No te parece un hecho bajo y abominable querida Vivi?

De verdad no se que te habrá podido contar Tulio de su progenitor y no se si en su alma tiene una enorme mancha indeleble de rencor, que con el paso del tiempo crece y lo carcome por dentro. De ser eso Vivi de verdad que el trabajo que tienes es fuerte, ya que ese tipo de dolores a veces no los cura el tiempo ni el amor, y lo peor es que lo llevan a cometer ese tipo de desmesurados actos.
.

Me entristeció mucho verte en esa oda a la censura y el periodismo complaciente en que se ha convertido el siglo. Esos muros del edificio azul esconden tras de si una de las más abominables historias de represión y silencio. Dentro de el laten cientos de dignos corazones víctimas del atropello desmesurado que genera el poder sin límites y que por todos los medios claman por justicia. Son voces mudas que gritan en silencio ante unos poderes sordos que no los quieren escuchar. Tengo que decírtelo: ellos te agarraron mucha rabia, porque se sintieron traicionados por ti, y te sienten cómplice de todo eso. Sé que me tildarán de ingenua, pero no quiero creer que una persona como tu pueda estar metida en esto. Quiero pensar que de verdad tú no estás enterada del horror que allí se vive, y que participaste en ese acto de forma inconsciente, aunque las fotos y tan bochornoso recuerdo quedarán para siempre en los archivos. Nada que una sincera disculpa no pueda arreglar.

(continúa la próxima semana)

NOTA: Si terminaste de leer y sigues sin encontrarle sentido, espera el próximo lunes.