Y lloró Roberto Moll frente a Chávez

En las Galletas de la Fortuna que publica cada domingo El Universal, ya lo habían adelantado de la siguiente manera:

“¡El Presidente quiere ver a Allende!
En bandeja de plata, pues. Luis Fernández, actor y ahora director de teatro, planea hacer esta semana una función especialísima de la obra Allende, la muerte de un presidente, escrita por el dramaturgo argentino Rodolfo Quebleen y protagonizada por el primer actor peruano venezolano Roberto Moll, a quien -hay que decirlo- le queda bordado el personaje. La anfitriona será Mimí Lazo. Y el invitado de honor será nada más y nada menos que el comandante Hugo Rafael Chávez Frías, quien encantadísimo recibió la invitación. ¿Y dónde será la obra? ¡Qué pregunta! ¡Pues en la Ríos Reyna del Teresa Carreño!”

Y lo vio.

Sucedió ayer en el Teresa Carreño, según entiendo antes de la cadena con la que el abusador presidente nos dejó, nuevamente, sin béisbol, para que lo viéramos disfrazado de “carmelita descalza”, repartiendo becas a granel en medio de una gran parafernalia y olvidando algo fundamental: las buenas acciones, cuando son desinteresadas, se hacen en silencio. Pero el hombre está en campaña y con candidatos flojos, así que lo entendemos.


De la presentación de la obra surgió esta foto casi de antología, repartida por Prensa Presidencial y tomada por Alfonso Ocando. En ella se captura el momento en el cual, conmovido por la fuerza de su personaje, Roberto Moll, abrazado por el líder del Socialismo del Siglo XXI y por su querida Natashita, se conmueve profundamente y llora.

Dice la reseña que esto ocurre luego de Moll pronunciar el desgarrador grito de “Allende vive, la lucha sigue”. Y entonces, en medio de tan conmovedora escena, toda de blanco y como si fuera un ángel, aparece Mimí Lazo y con un gesto cuasi-maternal le acaricia la cara a Roberto y lo mira con una expresión de ternura y emoción incomparables. ¡Qué belleza!

So pena de quedar como una persona mezquina, tengo que decir que a ciencia cierta no sé cuanto de teatro y cuanto de realidad hay en la foto. Es tan perfecta que genera dudas. Sólo faltaba que el presidente apareciera de frente y no de espaldas para calificarla con este adjetivo y llorar todos juntos. Lo cierto es que allí están ellos cuatro, entre abrazos, lágrimas y demás.

En mi opinión, se trata, moralmente, de una pieza lamentable. Aparecer en una foto con Chávez, perdónenme el radicalismo, no es motivo de orgullo sino de vergüenza. Se trata de un hombre vulgar, autoritario, abusador, que irrespeta a su país y a su gente con cada una de sus imposiciones, de limitada tolerancia, de dudosa y doble moral, y, por último, corrupto. Y aquí me quiero detener, porque ayer recordaron a Allende, y de él podrán decir de todo excepto que fue un hombre corrupto; mientras que de Chávez se podrá decir de todo excepto que no fue un hombre corrupto. He allí la diferencia y el por qué no entiendo ni me creo las lágrimas de Roberto Moll.