Malquerido William Guzmán...a propósito de lo que me escribiste

Voy a ser franca desde el principio: tu no eres de mi agrado, y supongo que yo tampoco del tuyo. Razones éticas y morales son las que marcan esa inmensa brecha entre nosotros, que no me interesa recordar porque en este blog está muy bien sustentado tu expediente, y además el asunto de esta carta es otro. Tú mejor que yo sabes por qué redacto esta misiva: el lunes en Chepa Candela me mencionaron, y si tu me escribes yo te escribo, así funciona la cosa, ¿no?.

En primer lugar debo comenzar agradeciéndote la deferencia con la que me trataste en el escrito, ya que visto lo visto, y después de leer las barbaridades que en algún momento escribiste de Diego Kapeky donde hasta con su familia te metiste de forma bastante baja y despreciable, que digas que a mi me duele que a la columna que escribes se le considere la “número uno” del chisme es algo casi sin importancia. A mis niñ@s de Cotilleo les dedicaste palabras más fuertes y altisonantes, porque según entiendo, te molesta que ellas digan que no tienen competencia, irrespetando así ese “nomber uan” –cómo tu dices- que tanto defiendes y te importa.

Con la experiencia que me dan los años, creo que tengo toda la autoridad para echarte un cuentito. Hace ya bastantes años, cuando tu ni pensabas pisar los pasillos del Bloque Dearmas, la conseja popular rezaba: “Lo peor de escribir Chepa Candela, es creerse Chepa Candela”…¡y vaya si resultó cierto! Para muestra tu botón: Te vanaglorias de los éxitos, carrera, nombre y trayectoria que a punta de esfuerzo y un modo de trabajo muy diferente al que tu usas ahora, cosechó e impuso otra persona, o mejor dicho, cosecharon e impusieron otras personas, porque hay que reconocer que aquello no fue trabajo exclusivamente de uno.

Ese gran, influyente y temido mito que en los 80´s y 90´s fue Chepa Candela no se hizo de la noche a la mañana, y prueba de ello son esas 3 décadas de las que tanto te enorgulleces y con las que tan poco colaboraste. En todo ese tiempo vi pasar columnas y columnistas que pronto morían mientras la Chepa seguía. ¡Cuántas Susanas Rivero, cuantos Mrs. Steed, cuántos Comisarios, cuántas Pavas Orietas, cuántos Dones Cheitos, cuántas Páginas Negras, y cuántas Metiches no vi en páginas de periódicos y revistas! Todos al final terminaban desaparecidos y sin dolientes, porque les faltaba ese no-se-qué que tenía la columnista estrella del 2001 ¿Y quieres que te diga algo? Esa Chepa que tu haces ahora cada vez se pareces más a ellos, que en paz descansen.

Insinúas que ese número uno que con tanto celo guardas, le duele mucho a quien esto escribe y te equivocas de cabo a rabo, ya que al único que debería dolerle es a ti, porque esa marca está allí presente, como una huella imborrable, para recordarte día a día lo que otros fueron y tu nunca serás; mostrándote inclementemente a donde otros llegaron y tu nunca llegarás; lo que otros lograron y tu nunca lograrás. Si no me crees date cuenta de cómo, para defenderte, tienes inevitablemente que regresar al pasado y mencionar las tres benditas décadas en las cuales prácticamente brillaste por tu ausencia. ¿Ves que no miento cuando digo eso?

Con toda la franqueza del mundo te digo que ante tan lamentable situación lejos de esa envidia que insinúas que siento por ti, el único sentimiento que me permito es el de la compasión –por no decir lástima- ya que segura estoy que llevar sobre tu espalda la responsabilidad del fracaso de lo que otrora era un éxito más seguro que un tiro al suelo, debe ser terrible y hasta frustrante. Sin ser psicóloga creo que no me equivoco si digo que esa situación también debe generar en ti ese resentimiento que me achacas en tu escrito y no sé de donde sacas.

Trato de ponerme en tus zapatos y entiendo perfectamente el temor ante mis “advenedizas” ahijadas de Cotilleo y ante quien te escribe, ya que de algún modo si algo hemos hecho es vigilarte y dejarte en evidencia, cosa que, según parece, te tiene bien molesto. Cada vez tus mentiras tienen las piernas más cortas; cada vez tu mediocridad salta con más fuerza a la vista, e incluso cruza los límites de nuestras fronteras. Por eso los insultos, por eso la bajeza, por eso la descalificación.

Con respecto a nuestros blogs y la manera en que los llevamos, podrá haber mil opiniones, tanto buenas como malas; pero me parece importante resaltar, William, que si hay algo que nadie puede negar es que hemos empezado de cero, y los éxitos que hayamos o no cosechado, son producto de nuestro trabajo, cosa que tú detrás de Chepa no puedes decir, ya que llegaste a ella con todo el trabajo hecho: un nombre, una reputación chismosa, y una larga tradición con la que acabaste. Acá no. Tanto lo malo como lo bueno, ha sido producto de nuestras manos, de más nadie.

Para no hacer esto más largo voy a cerrar repitiéndote esa frase: “Lo peor de escribir Chepa Candela, es creerse Chepa Candela”. Tenla muy presente durante esos ataques de grandeza y divismo que te dan con frecuencia, taconeo incluido; en esos momentos cuando juras que con tu decadente pluma tienes el poder de quitar y poner, de hacer y deshacer, de crear grandes luminarias y acabar con quien tu quieras. Recuerda bien que no eres más que un parásito que vive y se alimenta desangrando la creación de otros. Nunca lo olvides: Tú no eres Chepa Candela…más bien el sicario de su credibilidad.