Mi Prima Ciela, la luz que iluminó a un país (V): A las Ávila

Y poco a poco estoy llegando a los personajes centrales por lo que, ahora, les toca a ustedes: Las señoras Avila...

Y quiero empezar con la ex Sra. Muñoz...

De verdad, Sra. Ileana: Usted ha sido una excelente madre para su hija, que la ha levantado prácticamente sola, después que su ex marido la dejó... Y sin contar que también tuvo la deferencia de cuidar de su ex suegra porque, otras mujeres cuando terminan con su pareja, también lo hacen con su familia...

Ahora ya sé a quién salió Maite de juiciosa y de inteligente...

Además, ¿ve que l@s hij@s también tenemos nuestra propia vida, como ya lo dije antes a su ex amiga Camila? Lo digo por su empeño inicial de que Maite fuese doctora, ¿se acuerda?

(E insisto, qué lástima que nunca hubo una reconciliación entre la Sra. Camila y usted... De verdad me hubiera gustado mucho verlo)

Y, aparte, ¿vio que también cuando un@ de divorcia de su pareja no significa que se divorcia del amor y que el hecho de que estuviera empatada con un hombre más joven que usted, a la larga no significa nada?

Créame, Sra. Ileana, sin ir tan lejos, véame a mí...

Recuerdo que hace ya varios años, cuando una gran amiga mía llegó a los 40 me dijo que se sentía como una “joven con experiencia”, yo en ese entonces me sentía como un viejo acabado y que ya no tenía razones para vivir (y tenía 27 años y estaba medio deprimido porque tuve que dejar de estudiar) y un día le pregunté por qué decía eso...

¿Y saben qué me contestó ella? Simple y llanamente que la edad es solamente un número y un estado mental...

Y ahora, viéndolo en retrospectiva, me di cuenta que, de verdad, no se equivocó.

Créanme, ahora, que dentro de poco cumpliré 42 años (aunque no lo parezca físicamente), hoy me siento como si tuviera 25... Y OK, uno quizás ya no tiene la lozanía y la vitalidad que da la juventud, pero se tiene experiencia... Y eso no se consigue así de gratis.

¿Ven que el tiempo, como lo dije al comienzo, es el maestro más sabio del mundo?

Y ahora quiero dirigirme a usted: La ex viuda del hórreo...¡perdón! de Toscanni, jejejejejejejejejejeje...

¿Sabe, Sra. Arminda? Para mí usted ha sido, sin duda, la más camaleónica de las Avila, no sólo por el físico (de rubia a castaña y luego otra vez rubia) y los trabajos que ha hecho (directora de galería de arte, asistente del Dr. Silva, diseñadora de ropa deportiva), sino también por los cambios de carácter...

Primero usted fue la madre despechada cuando Silvia quedó embarazada y, en vez de apoyarla con su hijo, casi la obligó a abortar y a casarla con un hombre que ella no quería (y eso que “el cauchero” sí estaba dispuesto a responderla, ¿remember?)...

Después, usted se metió a esa cosa que nunca entendí -y aún sigo sin entender- que es la Cosmología (aunque, para mí, creo que se referían a cierta “religión” de quien no quiero decir su nombre... ¿Verdad, Ruddy Rodríguez?)...

Y, por último, lo que me parece más sorprendente: Pasar a ser (casi) “La viuda de Venezuela” a “La viuda alegre” con el Dr. Silva, jejejejejejejejejejejeje... (y sin contar una escena estilo “El Graduado” que hizo con su yerno cuando se emborrachó en la boda de Graciela, ¿recuerdan? jejejejejejejejejejejejejejejejeje... Y lo digo con todo el respeto que tanto usted como su hoy marido se merecen, por cierto, aunque la verdad yo personalmente también consideré innecesario que usted pasara por la vicaría -y que me perdone Sor Pipiola- pero bueno)...

Como lo dije, usted ha sido un verdadero camaleón, pero una cosa que personalmente no me gustó mucho fue que cuando Silvia se casó con Rafael, usted se comportó como las típicas suegra y abuela... (De verdad, muchach@s, cuando decidan casarse o “arrejuntarse” JAMAS vivan con los padres y/o los suegros, por más arruinad@s que estén)... Aunque, también en parte, tuvo razón cuando pasaron las broncas entre ellos por el mal carácter de su yerno y los “cachos” que le montó con Morella...

Pero insisto por enésima vez: L@s hij@s también tenemos nuestra propia vida...

Y termino con otro consejito más... Como decía una profesora mía: Los abuelos son para consentir, no para ser baby sitters...

Y usted, Sor Esperanza o Sor Canario (como lo dijo su cuñado) o Sor Pipiola (como yo la bauticé)... ¿Qué le puedo decir?

Usted ha sido, sin duda, además de otra de las conciencias de “Mi Prima Ciela”, la gran reserva moral de la misma (también, en parte, por la Institución a la que representa) en medio de todo el caos que ha pasado con las primas y su familia (de verdad, aquella escena cuando usted se quitó el hábito y, con silbato en mano, le cantó las cuarenta a sus hermanas fue apoteósica, jejejejejejejejejeje...) y sin contar la ola de ataques antireligiosos -o más bien anticatólicos, en mi opinión- y todo el desmadre que estamos viviendo acá en Venezuela en estos momentos...

Y sin contar que, infelizmente, desde que en el 2000 han habido muchísimas cosas que debilitaron fuertemente a la Iglesia Católica (los casos de pederastia, la influencia del “Código Da Vinci”, la aparición del Evangelio de Judas, la lenta y progresiva agonía y muerte de Juan Pablo II y -aunque no está bien que lo diga- el poco carisma que tiene el Papa Benedicto XVI, [EDITADO] y sus ideas pre-Concilio Vaticano II), Ella está viviendo -no sólo acá, sino en todo el mundo- uno de los peores momentos de su historia...

Y, para serle sincero -hablando entre usted y yo- por lo que dije antes, en algunas cosas debo advertirle que yo ya no estoy tan de acuerdo con usted... (¡Ay, Dios mío! Si mi tía monja QEPD y las Hermanas de la escuela donde estudié están leyendo esto... :-OOOOOOOOOOOOO Como mínimo me excomulgan...)

Pero ¡ojo! Sor Pipiola, NO ME MALINTERPRETE...

Yo me refiero a que en ALGUNAS COSAS DE FORMA (PERO NO DE FONDO, ¿OK?) la Iglesia Católica ha ido, en mi opinión, involucionando...

Pero insisto, prefiero hablar de eso en otra ocasión...

continuará...

LINKS:

Introduccion

Mi Prima Ciela, la luz que iluminó a un país (I)

Mi Prima Ciela, la luz que iluminó a un país (II)

Mi Prima Ciela, la luz que iluminó a un país (III)

Mi Prima Ciela, la luz que iluminó a un país (IV)